Gregorio Castañeda Aragón
El Poeta Del Mar.
Huellas 11 Uninorte. Barranquilla
GREGORIO CASTAÑEDA ARAGÓN nació en Ciénaga, Magdalena, en 1884 y muere en Barranquilla en 1960, fundó el Instituto San Juan de Córdoba en Ciénaga en 1933, escribió varios libros de crónicas, memorias, cuentos y novelas. Traducía del inglés, francés, italiano y portugués, especialmente a poetas clásicos. Perteneció al grupo de la Revista Voces, de Barranquilla. Escribió varios libros de verso entre ellos: Máscaras de bronce (1916), Campanas de gloria (1919), Rincones de mar (1925), Orquesta negra (1931), Faro (1931), Canciones del litoral (1939), Mástiles al sol (1940), |Islas flotantes (1959). En 1994 el Instituto de Cultura del Magdalena publicó a Gregorio Castañeda Aragón, como el “poeta del mar”.
Hizo correrías y navegaciones por mares remotos, puertos y caletas que anclaron por ello continuamente en su poesía. La llenó de gaviotas y otros pájaros marinos, de sol y de sales, vinos y Traineras, barcos y bares como ningún otro poeta del mar.
Se puede decir que dedico su vida y obra enteramente al mar, sus escritos lo hacen parecer una persona fantasiosa como todo poeta, pero a veces solitaria, aunque con una visión bien definida enfocada completamente en su gran pasión, el mar y todo lo que en él se encuentra, aparece reflejado este sentimiento de soledad en poemas como “En La Cala” más exactamente en el fragmento que dice
“Cada tarde hay conmigo
buena gente de mar
que canta, bebe y riñe
y de pronto se va ...
Acaso soy yo el único
con quien no cuentan ya”
Aquí se encuentra el hombre, la persona, el ser humano que como todos necesita de los demás, más aun en el brote de la sensibilidad de los sentimientos que quedan a flor de piel cuando al final del día se está solo.
Expresa también su miedo a la muerte, o aceptación de la misma, quien sabe, parece a veces resignación o tal vez el cansancio de los años que se refleja en frases como:
En la Cala
Saben todos que ahora
tengo miedo a un puñal
y que hasta un organillo
me haría sollozar
si no fuera que tengo
las barbas grises ya.
Viejo Marino
Andar caminos de la tierra fuera
llevar lejos, más lejos,
esa fatiga de ciudades tristes
que tanto pesa en tu fardel viajero.
EN LA CALA
Cada tarde hay conmigo
buena gente de mar
que canta, bebe y riñe
y de pronto se va ...
Acaso soy yo el único
con quien no cuentan ya!
Porque son tantos esos
que he visto que se van,
desde que estoy en tierra
sin pipa y sin cantar!
Mi barco está en la cala
esperando zarpar ...
Saben todos que ahora
tengo miedo a un puñal
y que hasta un organillo
me haría sollozar
si no fuera que tengo
las barbas grises ya.
Qué larga desde tierra
la soledad del mar!
y este otoño de mástiles
y este soplo fugaz
y ese pontón sin lastre
que cruje al cabecear!
Pero, remiendo el casco
roto de tiempo atrás.
y voy zurciendo lonas
y anudando el estay
a ver si el aparejo
resiste un tiempo más.
Aunque viejo, el velero
capea el temporal.
Y un día, aunque haya viento
contrario, y tempestad,
qué diablos, largo el trapo
para siempre jamás!
VIEJO MARINO
El único paisaje que no ha muerto
en tus cansados ojos es el mar.
Andar caminos de la tierra fuera
llevar lejos, más lejos,
esa fatiga de ciudades tristes
que tanto pesa en tu fardel viajero.
Volver sobre la móvil agua amarga
- onda versátil, indecisa vela -
en el total azul de la aventura!
Pero, ya no será. Puños de tierra,
enemigas raíces, te clavaron
como espigón de barco, en la ribera.
Peregrinando en soledad de gentes,
con tu paso de pájaro cautivo
mides tu propia sombra. Tu cabeza
cuaja sal de los años. Vientos secos!
Vientos! Y una nostalgia de intemperies,
de soles claros y de cielos buenos!
Mejor yacer en piélago ignorado
que recorrer tu mapa de quimeras,
de sueños que son sueños.
Húndete, inútil lobo, en la onda mansa
de una caleta. Acaba de quedarte
como un áncora vieja, abandonada!
La casi totalidad de su obra surge de esa fuente de agua salobre, de recodos perdidos y fondos de vino, de algas y velas que izó a su muerte de viejo lobo marino.
Apenas lógico fue que creara un poema con ese nombre Mar, aunque habla de su más grande pasión es de los más complicados de entender. Pero bastaría imaginar un paisaje como esos que inspiraron al autor para simplemente concluir que no es necesario entender simplemente contemplar.
Mar de vidrio, mar de vidrios rotos,
este mar
de esta costa.
Las gaviotas
se rompen las alas
en las botellas verdes,
rotas,
de la taberna
del mar.
Vidrios
del Cantábrico,
vidrios
del golfo de México,
catástrofe
de bar.
Hombre de travesías, de claraboyas y foques, tenía surto en su equipaje un ligero Brick ansioso de alta mar, de aventuras y oleajes. “Es para tener la sensación de viaje”. Respondía acerca de la maleta que mantuvo junto a su escritorio incluso cuando desempeñó funciones consulares en Costa Rica, Nicaragua, Guatemala, México y Brasil, durante el gobierno de Eduardo Santos.
SOMBRA DE VIAJERO
Siempre parte una nave de este puerto.
Luces bajo la tarde. Y luego, estela...
Después, sueño del mar, la misma ola.
Extranjero tan pálido que has visto
hincharse cada tarde alguna vela:
ninguna arrastrará tu inútil sombra!
Talvez con el crepúsculo tranquilo,
sobre la paz de los canales muertos,
la nave que suspiras vaya sola!
De sabores a veces apenas insinuados de mares de esos países y de los conocidos durante su viaje a Europa también está llena la poesía de Gregorio Castañeda Aragón.
Lo han llamado El Poeta de Mar –por excelencia- de la lírica colombiana, porque nadie cantó con tanto amor al mar que el juglar muerto en Barranquilla el 11 de Agosto de 1960.
Nota Evaluativa:
Me parece excelente la manera del autor de expresarse de esa fuente de inspiración tan grande y maravillosa que tenemos tan cerca y a la que casi no le prestamos atención, de verdad sus poemas más que para apreciar su belleza se convierten en una fuente de reflexión.
Aunque desde el principio no era de mi completo agrado el ejercicio y en general la asignatura, me ha parecido realmente interesante conocer además del autor, un poco de nuestra cultura Caribe, más agradable aun conocer esta parte de la cultura de ciénaga que no conocía, aunque viví allí y estudié en el san Juan de Córdoba, institución fundada por Gregorio Castañeda Aragón, no tenía idea de que hubiese existido este importante personaje.
No hay comentarios:
Publicar un comentario